Parece ser que todos estamos de acuerdo en que en la educación debemos adaptarnos a las nuevas tecnologías. Solo así progresaremos a la par que la sociedad, y nuestros alumnos aprenderán las competencias y las destrezas necesarias para desenvolverse en el mundo actual. A la vez, dichos alumnos, encontrarán nuevas fuentes de motivación que les estimule para llevar a cabo su aprendizaje.
De la misma manera los valores y principios han de saber adaptarse a los nuevos tiempos. Con esto quiero decir que los maestros y profesores debemos conocer y empatizar con el amplio abanico de inmigrantes que forman parte ya de nuestros centros escolares y nuestra sociedad. No podemos compartir de manera igualitaria con aquel al que no entendemos ni comprendemos.
Cuando hablo de adaptar lo principios no hablo de cambiarlos. Los principios en los que se basa la educación, la formación integral del ser humano, no han de variar, pero si su metodología, y no me refiero simplemente a los avances técnicos, sino ir más allá, estrechando lazos de unión y respeto con las nuevas culturas y civilizaciones con las que nos encontramos.
El ser humano debe SER humano, y por ello, los maestros, tenemos una gran responsabilidad y un fascinante reto que nos brinda el nuevo mundo globalizado que ya está aquí. Porque en función de cómo eduquemos a nuestros alumnos, dependerá el grado de tolerancia o falta de esta el día de mañana.
Montesquieu dijo: “La descomposición de todo gobierno comienza por la decadencia de los principio sobre los cuales fue fundado”
