Todos los años al llegar la primavera, además de la famosa operación salida de semana santa, hay otras que quizás no siendo tan famosas o socorridas, son viejas conocidas de la sociedad: la “Operación Bikini”.
La operación bikini consiste en que miles de personas de diversas edades se dirigen enérgicamente a la búsqueda de las dietas milagro o de gimnasios con buenas referencias donde poder poner el cuerpo "en condiciones" en un lapso de dos meses.
Las típicas cervezas, refrescos hiperazucarados, suculentos bocadillos (preferiblemente con algún frito chorreante entre sus varios ingredientes), paellitas, excesos en definitiva... tienen ser eliminados y escondidos bajo el felpudo de atractivas dietas con nombres curiosos como "de la alcachofa", "de la piña", "proteinica", "disociativa", "de los puntos"...
Detrás de todo este fenómeno de la operación bikini, existe, como no, toda una industria en la que el agosto se adelanta cada año. Así, empezando por los gimnasios, naturópatas, dietistas, fruterías, herbolarios y farmacias entre otros, todos anhelan la llegada de los primeros pólenes para poder poner a punto sus cuentas.
En el caso de los gimnasios, se estima que su clientela aumenta alrededor de un 30% durante esta época. Los nuevos clientes asisten con el claro objetivo de lucir un bonito cuerpo en la playa durante el verano. La excesiva actividad física y la bomba que ésta forma en combinación con dietas tremendamente restrictivas, tienen como consecuencia la aparición de diversos problemas como las lesiones.
En definitiva, el ejercicio físico debería ser algo que se practique a lo largo de todo el año y se recomienda además, que éste sea supervisado desde un punto de vista médico para poder establecer qué prácticas son las más adecuadas a cada persona y condición física. Junto a ésto no puede obviarse la necesidad de contar con una dieta más equilibrada, regular y eficiente que evite tener que tomar medidas drásticas de cara al verano.
